martes, 7 de junio de 2011

Reflejos de sociedad

Encefalograma Plano
Imaginemos que como si fuéramos protagonistas de la Metamorfosis de Kafka, un día despertamos convertidos en otra cosa, o más concretamente en otra persona. Alguien cuyos gustos rozan lo enfermizo y con un desprecio total por la cultura.

Así, y sin madrugar en exceso, encenderíamos la televisión para sintonizar el programa de AR, en una mezcla perversa de sucesos y corazón (por no llamarlo higadillos) que nos abrirían el apetito para lanzarnos a desayunar. Con el almuerzo llegaría esos Hombres, Mujeres y Viceversa, apología de la lucidez, siempre y cuando nos refiramos a lucidez como sinónimo de horas de gimnasio y maquillaje en busca de una pareja tan carente de luces como uno mismo. La comida llegaría con 'De buena ley', un teatrillo judicial en el que el magistrado otorga la razón a quien más grita. El café, con Piqueras y sus noticias apocalípticas que nos meten el susto en el cuerpo bajo la amenaza de que algo grave siempre está por pasar.

Si decidimos omitir la siesta, sentiremos pesadillas con Sálvame, ese programa cuyo nombre le viene como anillo al dedo, ya que somos muchos a los que nos gustaría estar a salvo de esa tribu paleolítica liderada por la princesa del pueblo. Cuatro horas después acaba el circo de la incultura y las vejaciones para darle paso a Pasapalabra, un oasis de conocimiento en un mar de estulticia. Tras tragarnos el rosco, volverían las amenazas con un nuevo noticiario del fin del mundo. Como postre, algún reality, bien de anónimos o de famosillos expuestos 24h a los ojos atentos de quien no tenga mejor quehacer. Por supuesto, todo regado con un debate posterior en el que discutir qué vómito tiene mejor color. Y por si fuera poco, acabemos el día más allá de la vida y que los espíritus nos orienten hacia un lugar mejor, que sin duda será cualquier otro.

Pero tranquilos, esto no es la Metamorfosis, ni siquiera una horrible pesadilla. Es tan sólo la programación diaria de la televisión privada con más audiencia de nuestro país, únicamente superada por la pública sin anuncios. Es decir, fiel reflejo de lo que quizás ni tú, querido lector, ni yo, hacemos, pero que sin embargo eligen más del 15% de los que encienden su televisor diariamente. Más de 2 millones de personas, que cada día sintonizan y entronizan a la princesa.

Sí, puede que este mundo sea una mierda y que no podamos cambiar nada, pero eso no justifica la elección de aquello que nos vuelve más ignorantes de lo que ya somos. Y así, yo me pregunto: ¿Somos lo que vemos o acaso vemos aquello que somos?


No hay comentarios:

Publicar un comentario